BAILEMOS

26 abril 2020

Os lo voy a confesar; cuando vi esta foto lo primero que pensé es en las ganas que tengo de bailar con mi familia, especialmente con mis sobrinos, mis amigas… incluso, de bailar por la calle sin rumbo fijo. Sí, a veces lo hago. Después pensé; Irene, céntrate, es un blog de psicoterapia. Y automáticamente resonó en mi cabeza el nombre de Carl Whitaker, un terapeuta que tenía un potencial innato para el baile terapéutico.

No quiero centrarme demasiado en tecnicismos, pero sí recomendaros su libro “Danzando con la familia”, especialmente dirigido a profesionales de salud mental. Como considero que cada uno tiene su forma de trabajar, no voy a dedicar el post a hablar de su libro o de su manera de entender la terapia y los pacientes. Prefiero seguir contándoos cómo se trabaja en JMI, aunque eso siempre suponga hacer referencia a distintas escuelas, corrientes y personajes fundamentales en la historia de la psicología. De otro modo, es imposible construirse como terapeuta.

Dicho esto; cada terapeuta es un mundo, un conjunto de experiencias vitales, de aprendizaje, de funcionamientos, de relaciones, de sentimientos… y un largo etc. Es casi imposible que dos personas bailen exactamente igual. De la misma manera que es casi imposible que dos personas lleven a cabo la misma terapia. Pero, ¿y si además añadimos una segunda variable?
Otra persona, con su conjunto de experiencias, creencias, relaciones y el mismo largo etc. Se convertiría en algo imposible que ambos bailaran exactamente igual que otras dos personas. Sería imposible, incluso, que cada uno bailara a su forma, sin tener en cuenta cómo baila la persona que tiene enfrente. Y si extrapolamos la metáfora del baile a la terapia… Sí, la terapia podría asemejarse a un baile. Un baile entre el terapeuta y el paciente; o complicándolo más, un baile entre el terapeuta y cada miembro de la familia.

¿Qué bonito esto, no os parece? No hay dos terapias iguales, aunque el terapeuta sea el mismo y los pacientes presenten las mismas dificultades. No hay dos terapias iguales, aunque el paciente acuda a terapia con la misma problemática. La interacción, el baile, el crecimiento de la relación, es único, y depende de ambas partes. Esto puede generarnos cierta confusión o incertidumbre ya que, parece ser una necesidad intrínseca del ser humano “saber qué va a pasar”. Pero en este caso, sí hay una parte que controlamos. La confianza en la pareja de baile, en el terapeuta. Y también sabemos de antemano el objetivo final: que la coreografía salga bien, que el paciente logre mejorar y alcanzar el bienestar. Bajo esta premisa, todas las herramientas empleadas estarán a disposición de ambos. El terapeuta trabajará duro para compartirlas con el paciente y lograr los propósitos conjuntamente acordados. Pero este trabajo no tendría ningún valor sin el compromiso de la otra parte; sería como si un miembro de la pareja dejara solo bailando al otro. Por ello, no me cansaré de recalcar la importancia de confiar en el terapeuta como guía, como compañero de trabajo, como herramienta hacia el crecimiento, sin perder de vista, jamás, el objetivo final y desde el principio compartido.

En definitiva, la terapia es un baile entre el paciente y el terapeuta. Ambos bailan, ambos trabajan. Ambos ponen el ritmo y deciden las pausas. Definen la cercanía o lejanía que resulta más eficaz. Ambos, perfeccionan la coreografía.

En el inicio de la Web os propongo: “Construyamos”. Ahora matizo “Construyamos bailando”

Equipo JMI
#Nadie tiene miedo

JMI EL PROYECTO

20 de abril 2020

¡Hola a todos!

Creo que ha llegado el momento de escribir acerca de JMI. Qué significa, qué implica, por qué ese nombre y por qué este proyecto.
Os voy a confesar que éste es probablemente el post que más me va a costar escribir, por toda la implicación personal que conlleva. Pero no escribir sobre ello, probablemente iría en contra de lo que entiendo como terapia y la importancia que otorgo al acercamiento entre psicólogo y paciente.

JMI surge sin grandes pretensiones empresariales, pero sí con grandes pretensiones de exponer y, sobre todo, proponer, una manera quizás no tan habitual, pero desde luego muy enriquecedora, de hacer terapia. Se trata de un proyecto personal, para lo que es imprescindible contar con un equipo que, no sólo esté profesionalmente cualificado, sino que también comparta la misma ideología y criterios terapéuticos. Y, primordialmente, la misma manera de entender al paciente.
En futuras publicaciones me adentraré más en el significado del síntoma, en la función del diagnóstico y en las reservas que tenemos en el equipo, acerca de cómo estos términos, tan ampliamente extendidos, pueden condicionar el proceso terapéutico.
Pero hoy toca hablar de JMI.

Para ello, no me queda más remedio que hablar de mí y del por qué de mi vocación. Sin adentrarme demasiado en mis experiencias vitales, solo puedo revelaros que, un día, en plena sala de espera, le dije a mi madre: “yo quiero hacer esto”. “Yo quiero ser esto. Desde ese día, en el que todavía no alcanzaba la mayoría de edad, ninguna circunstancia, ni opinión ajena, hizo que cambiara de dirección. Había descubierto la figura que quería ser para otras personas y, desde luego, la proyección de futuro que haría que me sintiera satisfecha conmigo misma. Y lo que me repetía constantemente, multiplicando mi motivación: “creo que puedo hacer las cosas de forma diferente y que sea potencialmente más eficaz”

Una vez decidido el camino, he tenido la suerte de poder estar en contacto con muchos profesionales de la salud mental, con distintas poblaciones (niños, adolescentes, adultos, ancianos) y, por supuesto, conocer infinidad de corrientes psicológicas. Y cada uno de estos contactos, no ha hecho más que reafirmar ese sentimiento inestable adolescente de “esto es lo que quiero ser”.

Siguiendo ese sentimiento, me formé en el Grado de Psicología, en la corriente cognitivo-conductual, para posteriormente, en el Máster habilitante sanitario, trabajar otro tipo de terapias, como aquellas procedentes de la Tercera Generación. Mi trabajo en el Hospital de Día con adolescentes, me permitió formarme en trastornos de personalidad, trastornos de conducta y trastornos alimentarios. También en lo que se denomina Comunidad terapéutica (allí lo llamamos “familia”) y acceder a corrientes psicoanalíticas y psicodinámicas. El trabajo con niños y adolescentes me llevó a la formación en psicopatología infanto-juvenil, así como a la imprescindible necesidad de formarme en terapia familiar sistémica, mediación familiar y coordinación parental. Paralelamente, siempre he trabajado con población adulta en intervenciones individuales, ligadas a duelos, acompañamiento psicológico, análisis personal, apoyo en situaciones de crisis, etc. Cabe mencionar, lo fundamental que es, como terapeuta, analizarse a uno mismo y llevar a cabo supervisiones de casos. Y lo profundamente enriquecedor que es trabajar en un equipo multidisciplinar.

A día de hoy, tras haberme formado y trabajado durante años, sólo puedo afirmar una cosa. Menos mal que existen tal cantidad de corrientes psicológicas; el hecho de que existiera una sola modalidad de terapia, implicaría subestimar la complejidad de la mente, de las relaciones humanas y de las grandes diferencias que existen entre las personas.

Dicho esto, y tras haberme sumergido en toda esta multitud de posibilidades de intervención, yo elegí quedarme con todas y con ninguna. Quiero decir; decidí no poner el foco en una metodología concreta, sino ponerlo en la persona, en las necesidades del paciente. Ésta es una apuesta ambiciosa, ya que implica una continua formación en diversas áreas con el fin de adecuarse a cada individuo y ser su herramienta más útil. Esto, de una manera u otra, supone que paciente y terapeuta sean los protagonistas de la película. No la corriente psicológica, no las técnicas terapéuticas, no el síntoma y tampoco el diagnóstico. Dos partes: una que quiere superar sus miedos y dificultades y poder afrontar la vida y las relaciones de forma satisfactoria; y otra, que busca acceder a esa otra parte, con el fin de aprender y reinventarse día a día para poder ser su guía en este proceso ¿En eso consisten los trabajos, no? En intentar ser la mejor opción para un cliente. Pero qué gran diferencia… En este caso, cada paciente, con su individualidad, supone un reto de crecimiento personal y aprendizaje para el terapeuta.

Creo que todo esto resume el por qué de JMI y la apuesta por el proyecto. Pero hay que estar a la altura. No podemos dejar de formarnos y evaluarnos ahora que la apuesta está hecha.

¿Y de dónde surge el logo JMI? ¿Es algo casual?
En absoluto. Diría incluso que resulta imprescindible que no haya sido casual.

  • La J significa Juan Antonio. Mi padre. Un ejemplo de fortaleza y perseverancia hasta su último día. Actualmente, aunque de forma distinta, uno de mis fieles acompañantes en esta travesía. Quizás os preguntéis por qué tanto pino por todas partes en la Web. Y la respuesta es que, los pinos, le representan.
  • La M significa María Araceli. Mi madre. El pepito grillo de la familia. La consejera. La que lo sostiene todo, haciendo que parezca una tarea fácil. Un gran ejemplo de incondicionalidad.
  • La I. Ésta era más fácil de averiguar… Soy yo. Irene. Mi vocación. Las diversas experiencias que he vivido, me han enseñado que siempre se puede seguir hacia delante, que podemos reinventarnos y salir fortalecidos de las dificultades que atravesemos. Pero también me han enseñado que, lo más inteligente que podemos hacer para cuidarnos a nosotros mismos, es afrontar que hay ciertas situaciones que se nos quedan grandes, que se nos escapan y que, para ello, existe un gran abanico de profesionales, con distintos tipos de formación, que dedican su tiempo, su trabajo y su propia experiencia, a ayudarnos a encontrar el camino adecuado.

Me gusta hablar de mí como terapeuta. Pero, sobre todo, como persona. Persona en continua construcción. En continua formación. Con unas incansables ganas de auto-mejorarse para poder brindarle la mejor versión de mi ayuda al otro. Y lamento decir, que me cuesta entenderlo como un acto enteramente generoso, ya que, para mí, es infinitamente gratificante. En definitiva; de todos estos planteamientos, surge la necesidad crear un proyecto en el que todos ellos queden plasmados. Un proyecto que se acerque a los demás. Un proyecto cuyo nombre me enorgullece. Y que, de otro modo, probablemente no hubiera podido llevarse a cabo.

Gracias a mis padres. Y gracias a todo aquel que ha hecho y hace posible este proyecto.
Por supuesto, gracias a todos los que leéis las publicaciones. Espero que este post nos acerque un poco más.

Como siempre, desde el equipo, esperamos poder ofreceros la mejor ayuda posible.

Equipo JMI

#Nadietienemiedo

JMI Y LA MÚSICA

 

15 de abril 2020

LA MÚSICA COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN

Tanto la música, como el resto formas artísticas, suponen un medio de expresión emocional, una manera de conectar con uno mismo y con los demás. Un mecanismo de transmisión e interacción interpersonal. Todas estas cualidades,convierten el arte en un recurso terapéutico necesario y, en muchas ocasiones,imprescindible para potenciar de forma eficaz los objetivos terapéuticos. Por ello, desde JMI promovemos el arte en todas sus modalidades.

Más adelante, se publicarán nuevos post profundizando en los beneficios del uso del arte en la terapia individual, como medio de vinculación y expresión emocional. También en la intervención infantil, como recurso para tratar dificultades relacionadas con la atención, los problemas de conducta o la potenciación de la creatividad. En la terapia con adolescentes, como vehículo de expresión emocional, mejora del auto-concepto e incluso como recurso para involucrarse en un proyecto personal, que sea fuente de motivación al cambio. Cabe destacar, la eficacia de su uso en terapias grupales para todas las edades, ya que potencia el trabajo en habilidades sociales y fomenta la conexión, convivencia, interrelación e impulso de fortalezas individuales.

En resumen, dado que el arte es un medio a través del cual nos comunicamos, desde JMI queríamos acercarnos a vosotros de una manera diferente y presentar nuestro proyecto a través de la música.

Desde el equipo, agradecerle que esto se pueda llevar a cabo a Alberto, artista y colaborador con el proyecto. ¡Esperemos que participes con nosotros en futuras propuestas de trabajo!

Equipo JMI

#Nadietienemiedo

 

EL CUENTO DEL REINO Y EL DRAGÓN

14 de Abril 2020

En esta publicación quería compartir un cuento que me ha gustado mucho y que espero que sea fruto de aprendizaje y de puesta en común entre todos. Al final de la lectura, realizo un breve comentario al respecto, pero resultaría muy provechoso que os animarais a exponer qué os ha llegado a cada uno de vosotros.

 

EL CUENTO DEL REINO Y EL DRAGÓN

Ricky Greenwald

Había una vez un pequeño reino del tamaño de una ciudad pequeña. Era un sitio bastante normal: los mayores iban a trabajar, los niños iban al colegio. Unos iban a la iglesia los domingos y otros no. A algunos les gustaba quedar con sus amigos para pasar juntos el fin de semana y compartir juegos, comidas o excursiones; mientras que otros preferían estar solos, tranquilos, en sus casas… Y así es como eran las cosas hasta que un día….

Vino el dragón. Y los dragones no se instalan tranquilamente en una casa en medio del reino, no, los dragones suelen esconderse en lugares oscuros. Y además los dragones suelen estar siempre hambrientos. Así que un día, el dragón se comió una vaca que estaba pastando en el prado de un granjero. Otro día, el dragón se comió a un perro que estaba justo delante de la puerta de la casa de su dueño. La gente empezó a estar cada vez más asustada. Los padres dijeron a sus hijos que les quedaba terminantemente prohibido salir a jugar fuera. El problema es que los niños no son muy buenos cumpliendo eso de no poder salir a jugar fuera y entonces los padres tuvieron que quedarse en casa para vigilar que los niños no salieran, para protegerles y mantenerles a salvo del dragón. Incluso la gente que no tenía niños tenía miedo de salir a la calle.

Pronto ocurrió que ningún niño pudo volver al cole y que muchos padres tuvieron que dejar de ir a trabajar también. Todo el mundo estaba tan asustado por culpa del dragón que la mayoría permanecía todo el día encerrada en sus casas. Y todo el mundo empezó a preguntarse: ¿Pero cómo es posible que nuestro reino tan maravilloso pueda tener un dragón? Los otros reinos no tienen ninguno. No sabían cómo explicarse esto pero como querían tener alguna explicación pues empezaron a dar algunas razones. Un grupo de gente empezó a echarle la culpa a otro grupo y ese otro grupo les echaba la culpa a otros, y así, todo el mundo empezó a culpar a todo el mundo y todos estaban medio enfadados entre sí.

No pasó mucho tiempo antes de que todo esto se fuera conociendo entre los otros reinos y que el pequeño reino donde estaba el dragón comenzase a tener muy mala fama. La gente no sabía realmente lo que estaba pasando con el dragón pero veían que en aquel pequeño reino todo era un lío enorme, que los niños no iban al cole, que la gente no iba a trabajar y que allí todo el mundo estaba enfadado con todo el mundo y nadie salía de sus casas, que nada funcionaba y todo allí era un enorme lío.

Y así es como eran las cosas hasta que un día…. Un caballero con una brillante armadura pasó por allí. Bueno, realmente no era un caballero ni llevaba una brillante armadura. En realidad era un chaval normal que pasaba por allí pero la gente del reino vio algo en él. -“Tú”, dijeron, “Tú puedes vencer al dragón, tú eres justo el que puede hacerlo” El chaval dijo: – “No, lo siento pero yo no soy ningún caza dragones. Os habéis equivocado de persona. Pero a lo mejor podéis ayudarme. He hecho un largo camino hasta aquí. Vengo buscando a una princesa de la que estoy enamorado pero no sé en qué reino vive”. Sacó una foto y se la enseñó a todo el mundo. “¿Habéis visto a esta princesa? ¿Sabéis dónde puedo encontrarla?” La gente dijo: -”Sí, es nuestra princesa. Vive aquí, en este reino. Y fíjate qué coincidencia, ella quiere casarse… ¡con quien consiga derrotar al dragón!

Cuando el chaval oyó esto dijo: -“Bien, en tal caso, soy vuestro hombre. ¡Llevadme hasta vuestro dragón!”. Entonces ellos le llevaron hasta la entrada de la cueva oscura donde dormía el dragón. El chico vio al dragón y dijo: -“¡Guau, esto realmente no es una buena idea! Yo no puedo contra este dragón. No hay manera. ¡Es gigantesco! Y parece muy, muy fuerte, todo cubierto de escamas y escupiendo fuego. Olvidémonos de todo el asunto”. La gente le dijo: -“No, tú puedes hacerlo. ¡Sabemos que tú puedes! Puedes entrenarte, practicar, hacerte más fuerte. Nosotros te ayudaremos. Te conseguiremos un entrenador personal. Además, ¡no olvides a la princesa!” El chico dijo: -”Oh, sí, la princesa” Estaba de verdad enamorado de la princesa y quería más que nada en el mundo casarse con ella. “De acuerdo, no sé nada de eso que me habláis de entrenador personal pero le daré una oportunidad y veremos si funciona”.

Así que le proporcionaron un entrenador personal y éste le llevó directamente al patio del colegio para comenzar los ejercicios. ¡Pero no podía concentrarse! Cada vez que empezaba con algún nuevo ejercicio, tenía que pararse de repente y mirar con atención a su alrededor. Tenía miedo de que el dragón pudiera pillarle mientras él estaba ahí fuera, totalmente expuesto. Así, no conseguía hacer ningún progreso. Todo aquello claramente no estaba funcionando.

Entonces le llevaron a un claro del bosque donde había grandes árboles por un lado. Y juntos, comenzaron a trabajar para construir una valla alrededor del resto de aquel claro. Todo el mundo participó: cortando leña, acarreándola, martillando y asegurando bien la valla, ¡incluso cocinando para todos…! Hasta los niños pequeños contribuyeron repartiendo agua a todo el mundo, llevando y trayendo mensajes o haciendo cualquier cosa que se les pedía y podían hacer. No pasó mucho tiempo hasta que tuvieron construida una fuerte, ancha y alta vaya alrededor del resto del claro.

Así, el chaval pudo por fin concentrarse en su entrenamiento. Y el trabajo empezó a ir muy bien. Era costoso pero mucho mejor después de todo. Cada día trabajaba duro con su entrenador personal: hacían abdominales, pesas, flexiones, corrían y un montón de ejercicios más. Cada día, el entrenador añadía algún kilo más a las pesas y alguna dificultad nueva a los ejercicios, por lo que nuestro héroe iba haciéndose poco a poco, más y más fuerte, un poco más rápido, un poco más ágil. Después de un tiempo, su aspecto era francamente impresionante. Ese fue el momento en que escogieron a dos de los chavales más fuertes y atléticos de la comarca para que, disfrazados de dragón, hicieran su papel enfrentándose al chaval para que éste pudiera practicar todos los ejercicios ensayados. Al fin llegó el gran día: el chico estaba preparado. Fue hasta el oscuro lugar donde se escondía el dragón. Se le encaró, luchó contra él y le venció.

Se casó con la princesa pero las cosas no volvieron a ser en aquel reino, como antes de que apareciera el dragón. Por una razón: ahora tenían un héroe entre ellos. La gente de otros reinos decía: -“Ahora en ese reino tienen un caza-dragones. Cuánto desearíamos nosotros tener uno” Así que, todo el mundo en el reino empezó a sentirse muy orgulloso y a presumir, caminando así como si fueran un poco más altos. Todos sabían que habían participado en aquella hazaña y se consideraban parte de ella.

Aún así, continuaban preguntándose unos a otros: -“¿Cómo es que pudo aparecer un dragón en nuestro reino? Otros reinos no tienen ni han tenido dragones. ¿Qué pasará si viene otro?” No estaban muy seguros de la respuesta y deseaban conocerla, así que, consultaron a un sabio. El sabio miró por todas partes y entrevistó a todo el mundo. Terminado su trabajó congregó a todo el mundo para exponerles sus conclusiones. -“Tenéis dos problemas aquí”, les dijo. “El primero es que tiráis toda vuestra basura en el vertedero y toda esa gran cantidad de basura ahí acumulada huele fatal y atrae a los dragones”

Entonces se decidió que cada familia apilaría su basura en sus patios traseros de manera que al no haber un único gran montón, no olería tanto y no atraería a los dragones. Además, una vez descompuesta esa basura, sería reutilizada como abono para los jardines. Entonces el sabio habló de nuevo: -“Y aquí va vuestro segundo problema: en la zona del reino donde están las grandes granjas, hay gran cantidad de prados sólo con hierba y pequeños matorrales. ¡Es todo llano durante kilómetros y kilómetros! Es de todo el mundo conocido que los dragones son muy vagos y claro ¡resulta tan fácil para un dragón atravesar estos lugares! Todos empezaron a pensar en diferentes soluciones y llegaron a una sabia conclusión: plantarían manzanos en aquellas tierras. No sería realmente imposible para un dragón atravesarlas a pesar de todo pero sí le supondrían bastantes dificultades aquellos arboles de denso ramaje. Al menos, no se lo iban a poner tan fácil nunca más.

Bien, no pasó mucho tiempo antes de que se encontraran con que tenían tantas manzanas en aquel reino que no sabían qué hacer con ellas. Así que cada año, durante el otoño, organizaban un festival, El Festival de La Manzana. Éste se convirtió en un evento importante para todo el mundo y venían participantes de todos los reinos de un montón de kilómetros a la redonda. Había participantes para diferentes concursos: el de la manzana más sabrosa, el de la manzana más grande, el del mejor pastel…Las celebraciones incluían comida, juegos, música y todo lo que un festival que se precie debe tener.

El acontecimiento estrella del festival (o sea, ese al que todo el mundo quería acudir) era La Contienda para Matar al Dragón. Por supuesto, no se trataba de un auténtico dragón sino que era el vencedor del año anterior el que figuraba como dragón. Durante todo el año, los jóvenes de todos los reinos vecinos, practicaban y se entrenaban esperando ser el próximo vencedor de la contienda en el gran festival. Y esto no era bueno sólo porque les divertía un montón sino porque, si por alguna razón, algún día algún dragón se atreviera a aparecer por allí, todo el mundo estaría preparado, y ¡eso sí que era bueno!

Y todos vivieron felices después de todo (más o menos)

FIN

Considero que los cuentos son un gran ejemplo de recurso mediante el cual podemos acceder a las personas de una manera distinta, quizás indirecta. De cómo este recurso implica, necesariamente, que sea el propio individuo el que lleve a cabo la labor de identificarse, elaborar el contenido y, en consecuencia, sentir y plantearse lo que considere oportuno.

Por este motivo, lejos de exponer en este momento, la interpretación personal que le doy yo a este relato, invito a todos los lectores a que hagan ese trabajo de forma individual.

Sí quería compartir algunas ideas al aire de lo que a mí me sugiere el texto, por si facilita esta labor: “crisis”, “incapacidad de respuesta”, “resolución de problemas poniendo la responsabilidad en el otro”, “foco de esperanza”, “motivación para la actuación”, “unión como parte del éxito”, “búsqueda de alternativas”, “búsqueda de soluciones no solo a la situación puntual, si no a la consecución de una mejora a largo plazo”, “anticipación”, “potenciación de recursos” y lo que no me cansaré de mencionar en cada uno de mis post, “necesidad de cambio y actitud frente al mismo”.

De nuevo, espero que esta publicación pueda ayudaros a todos, desde una parcela más individual, extrapolándolo a parcelas más pequeñas y cercanas, para llegar finalmente a una más global; aquella que nos incluye a todos como parte de un sistema. Como sociedad.

Equipo JMI

 #Nadietienemiedo

DESCUENTO DE HASTA UN 60% EN LAS SESIONES

13 de Abril 2020

SITUACIONES EXTRAORDINARIAS IMPLICAN RESPUESTAS EXTRAORDINARIAS

No era posible iniciar este blog sin tener en cuenta la situación que estamos viviendo todos. A nivel personal, familiar, social, laboral, económico… En definitiva, a todos los niveles. Se trata de una situación que demanda a gritos la palabra ¡ayuda!, pero también genera la respuesta automática de “aquí estoy, de la manera que sea, para lo que sea”. Como amigo, como hijo, como padre, como profesional, como persona, como miembro de un grupo, como parte de un sistema.

Como profesionales de la salud mental, creo que siempre tenemos una labor muy importante en el acompañamiento y la ayuda a las personas. Y si partimos de la base de que nos encontramos, como población, en una situación cuanto menos crítica, a todos los niveles; automáticamente, la importancia de nuestra labor, se multiplica. De todo este conjunto de planteamientos, surge la decisión de poner nuestro conocimiento y nuestro trabajo al acceso de todos, atraviesen la situación que atraviesen, a lo largo del periodo que estamos viviendo, el cual resulta infinitamente complejo en todos los sentidos.

Trabajar en salud mental es una labor complicada, a la par que tremendamente vocacional y satisfactoria, en la gran mayoría de los casos. Valorar este aspecto y no escatimar en apostar por afrontar cada situación de la mejor manera posible y luchar por encontrar el equilibrio y el bienestar mental, lo considero una decisión fundamental y necesaria.

En este post no quiero adentrarme en la gran cantidad de posibilidades que nos da una oportunidad como la que está aconteciendo. No voy a ahondar en los numerosos significados de la palabra “cambio” y la importancia que tiene el significado que escojamos, en la vivencia que tengamos cada uno de la situación. De ésta y de todas. De lo que nos contemos a nosotros mismos y a los demás. En próximas publicaciones, profundizaremos más en todo ello.

Sí me gustaría aprovechar este momento para aclarar un aspecto que considero muy importante. Y es que, dentro de las posibilidades que podemos ofrecer los profesionales de la salud mental, es fundamental diferenciar entre la labor de «contención» y la labor de «intervención». Para ser más concretos, en este momento lo que se está ofreciendo desde nuestro campo, a nivel social, y en el que por supuesto, también participamos, es un trabajo de contención y apoyo a familias, sanitarios y personas que se encuentran en situaciones puntuales de crisis que no son capaces de manejar. Este método de trabajo comparte los objetivos de apoyo y acompañamiento, además de ser la manera en la que nosotros, como parte de la población que está viviendo esta situación crítica, nos brindamos a poner nuestro granito de arena, al igual que personas de otros sectores, para paliar lo máximo posible su impacto en todos los niveles.

La segunda labor, a la que llamamos «intervención», como tal, implica un proceso terapéutico a un nivel más profundo. ¿Qué diferencia supone esto? La de iniciar un camino en el que terapeuta y paciente trabajarán juntos, bajo un objetivo común, compartido por ambos, que implica necesariamente un tratamiento más prolongado en el tiempo. Puede tratarse de una intervención más ligada a la prevención de posibles consecuencias asociadas a todo aquello que estamos viviendo actualmente, en algunos casos, y en otros, a la puesta en marcha de un recorrido en el que prime el aprendizaje y la búsqueda de un cambio a un nivel estructural; es decir, al cumplimiento de una serie de objetivos que lleven, tanto a niños, adolescentes y adultos, como a la propia familia en su conjunto, a una mejora de su equilibrio mental, su manejo emocional, sus estrategias de afrontamiento y, en definitiva, su manera de construirse y entender la vida.

De esta primera publicación solo espero que quede claro que estamos aquí, que estamos para dar todo de nosotros mismos y que estamos aquí para seguir hacia delante. Siempre. La decisión de iniciar ese proceso no es nuestra, pero desde luego sí lo es, ser la herramienta que lo haga realidad.

Mucho ánimo y fuerza para todos.

Equipo JMI

#Nadietienemiedo

Al seguir navegando el sitio, aceptas el uso de cookies. más información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close